jueves, 31 de diciembre de 2009

Convierte tu Trabajo en tu Hobby

A lo largo de nuestra vida destinaremos un tercio de nuestro tiempo en trabajar. Por lo tanto, el trabajo supone una inversión demasiado seria como para tomarla a la ligera. Advertiría que no sólo se trata del medio de obtener el salario que nos permita subsistir, sino de un entorno en el cuál ponemos en juego nuestras aptitudes en beneficio de la sociedad.
Como dice el refrán "el trabajo dignifica", ya que nos hace meritorios y necesarios en nuestra tarea. Buscar un puesto acorde a nuestras capacidades no debe ser única y exclusivamente tarea del responsable de recursos humanos, sino que debiera ser nuestro cometido primero. No quiero decir con ésto que desechemos los empleos que no creamos suficientemente buenos para nosotros, sino que cuando tengamos opción nos decantemos por un puesto en el que tengamos cierto grado de control sobre nuestro cometido. Así pues, la búsqueda de un puesto que nos satisfaga no debiera detenerse hasta obtener un resultado satisfactorio. No debiéramos caer en la comodidad o la desidia de un puesto que nos garantiza un salario o pocas responsabilidades, ya que a la larga nos daremos cuenta que habremos desperdiciado un tercio de nuestra vida. Demasiado tiempo.


Todos conocemos patologías derivadas de un puesto o ambiente de trabajo poco satisfactorio (estrés, ansiedad, depresión,...) que repercutirá negativamente en nuestra salud y nivel de vida. Pasar diariamente 8 horas por un infierno acabará afectándonos negativamente sin lugar a dudas. Es por todas estas razones por las que invertir en nuestra "comodidad laboral" sería una inteligente iniciativa.

Un puesto acorde al trabajador y un buen ambiente de trabajo significa salud para los trabajadores y rentabilidad para la empresa. La motivación, no sólo mediante la retribución sino mediante una creciente demanda de responsabilidades, es un pilar básico para garantizar el desarrollo y la implicación del empleado. Una empresa capaz de motivar a sus trabajadores es una fuente de oro. De hecho las mayores multinacionales actuales se basan en esta teoría.

Cuando un trabajador tiene un estado de ánimo positivo tendrá una mayor capacidad de pensar con flexibilidad y complejidad. Se debe a que aumenta su memoria de trabajo útil. La memoria de trabajo es la capacidad de mantener en mente toda la información necesaria para una tarea concreta. La memoria de trabajo se halla en el córtex frontal, zona de nuestro neocórtex destinada a la planificación, dirección e indispensable en el proceso de aprendizaje. Cuando existen emociones negativas, nuestra memoria de trabajo disminuye ya que se destinan más recursos a la toma de decisiones emocionales, procedentes de la amígdala. En otras palabras, cuando estamos alterados, nos cuesta mucho más pensar con claridad (hacemos peor uso de la lógica y el razonamiento). Del mismo modo, cuando nos hallamos estresados, disminuye nuestro hipocampo (región cerebral que registra la información del contexto) con el consiguiente aumento de la dificultad para almacenar datos en nuestra memoria.

Otro factor importantísimo es el optimismo. Si en lugar de lamentarnos cuando surgen imprevistos, lo vemos como oportunidades para demostrar nuestra valía, además de partir con una mejor predisposición, alimentaremos nuestra motivación. De este modo, tras un traspiés podremos extraer conclusiones de las cuales aprender y no considerarnos derrotados e inútiles. La esperanza no sólo ofrece consuelo, sino que aumenta nuestro rendimiento. Si tomamos como ciertas las afirmaciones del Alquimista de Coelho tales como "cuando una persona desea realmente algo, todo el universo conspira para que realice su deseo" partiremos con cierta ventaja. Debiera indicar que hago referencia a un optimismo realista y no ilusorio. Existe una breve historia que refleja fielmente lo que quiero señalar:
"Cuando el viento sopla en contra, existen tres opciones. La pesimista: lamentarse de la situación. La optimista (ilusoria): Esperar a que el viento cambie. La realista: reorientar las velas"

Otro factor indispensable es la motivación. Si partimos de una perspectiva positiva, más fácil nos resultará calibrar nuestra ansiedad para no caer en la apatía ni ser desbordados. De este modo lograremos la máxima motivación. Así pues la motivación nace de una correcta canalización de ansiedad. Si no poseemos tal ansiedad, no tendremos aliciente alguno, del mismo modo que si es excesiva padeceremos de los aspectos negativos del estrés.

El estado de flujo
El estado de flujo es el que nos garantiza el mayor grado de control emocional. Se trata de alinear todas nuestras emociones y canalizarlas para obtener el máximo rendimiento cerebral. Cuando esto sucede percibimos una sensación de alegría espontánea, nos olvidamos de nosotros mismos y nuestros problemas. Sentimos pleno placer por la tarea que llevamos a cabo.
Para alcanzar el estado de flujo ( fluir) es necesario seguir 3 pasos:
  1. Tranquilidad: Es primer lugar es necesario estar relajados.
  2. Rutina: La tarea a realizar requiere cierto esfuerzo y entrenamiento.
  3. Concentración: Cuando nos concentramos al máximo en ello, perdiendo incluso la consciencia de que lo estamos haciendo bien, es cuando "fluimos".
El estado de flujo garantiza nuestro rendimiento en el trabajo y aumenta nuestra motivación. De este modo se genera un feedback que se retroalimenta. No debiéramos de limitarnos a alcanzar el estado de flujo en nuestro trabajo, sino que se debería explicar en los centros educativos para facilitar su consecución. Si comprendemos que "aprender fluyendo" maximiza nuestra eficacia cerebral, no nos supone tanto esfuerzo y nos produce bienestar, habremos logrado la base para ser más felices mientras ejecutamos nuestros deberes y obligaciones.

Por último, quisiera añadir una conclusión personal que nos otroga mayor control sobre nuestra vida, una garantía de felicidad: "Disfrutar de los buenos momentos (de manera responsable) y aprender de los errores"

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