Mucha gente infravalora el hecho de sentirse único a pesar de ser concebido así, como un ser único e irrepetible, puesto que la reproducción sexual (a través de la recombinación genética) pretende eso. Existen principios mucho más valorados en nuestro mundo como el poder, la popularidad o el dinero, que lejos de ser trascendentes, son fugaces y frívolos. Así en vez de acentuar nuestra condición natural de singularidad, nos centramos en adoptar patrones comunes que garanticen nuestra popularidad, poder y ganancias económicas entre otros.
¿Por qué renunciamos a ser únicos?
Como adelanté, la recombinación genética de nuestros padres, tiene como consecuencia, la generación de un material genético, único en el mundo e irrepetible. Cada uno de nosotros somos seres únicos que jamás han existido y jamás volverán a repetirse. Es algo sensacional y de lo cual, lejos de estar orgullosos, tratamos de combatirlo. Atribuimos el éxito a situaciones particulares y a modelos de vida que vemos por televisión. La mayor parte de las veces desatendemos nuestros sueños de niño (sueños limpios de la manipulación social) favoreciendo el "modelo de vida americano" o postindustrial.
Tras leer "el Principito" de Antoine de Saint-Exupéry recordé la importancia de la relación olvidada, postergada o infravalorada entre nuestro mundo real y el de nuestros sueños. Muchas veces nos aferramos a la practicidad de nuestra realidad mundana, de modo que buscamos "rosas sin espinas", ignorando el valor que le otorgan a la propia rosa dichas espinas... Ignoramos erróneamente que las dificultades otorgan valor. Muchos de los proyectos educativos fracasan porque nos empeñamos en allanar el camino a nuestros pupilos, sin embargo, eludimos que el cerebro humano está diseñado para buscar soluciones a problemas reales. Las espinas serán un aliciente, que además de otorgarle valor al premio, le supondrán un mayor reto y una mayor autorrealización al joven. Debemos dejarles experimentar por sí mismos en vez de ofrecerles soluciones rápidas y prácticas, puesto que nuestro aprendizaje básico parte de la experimentación. Hoy en día confudimos el aprendizaje básico con la repetición en vez de la experimentación. Quizás la repetición sea más directa y conlleve menos tiempo y problemas ponerla en práctica pero no pretendamos lograr los mismos objetivos que con la experimentación. La repetición es un proceso altamente rentable para la producción en cadena pero esa época ya quedó atrás. Hoy en día requerimos de mentes creativas.
Retomando el punto de partida, ser únicos, nos conduciría a aportar nuestras propias soluciones. Sin embargo la sociedad no está dispuesta a "tolerar dicha falta de rigor", puesto que se empeña en repetir procesos o comportamientos para obtener valor. Es por eso que surgen odiosas comparaciones que según los patrones externos nos hacen empequeñecer. El problema no es ver más allá de nuestro pequeño mundo, sino adoptar como patrones de comportamiento realidades externas que no lo merezcan... Muchas veces no nos centramos en dedicarnos a cultivar una personalidad propia, sino que persiguiendo pautas que aseguren la cantidad en pro de la calidad, nos perdemos como tantos otros en la corrupción que persigue poder, la vanidad que pretende virtudes y los vicios que lejos de atenuar los problemas nos avergüenzan inevitablemente.
David, me gusta tu frase; Las dificultades otorgan valor.Es verdad,muchas personas son debiles por no haber tenido que enfrentarse a dificultades, nunca sabran como se superan.
ResponderEliminarUn beso sobrino.
Podría decir que las dificultade otorgan valor por muchos motivos: nos motivan las metas elevadas y no las de fácil acceso, aprendemos mejor las cosas cuando ponemos más empeño, disfrutamos más cuando nos involucramos de veras,...
ResponderEliminarEn definitiva, la inversión realizada (aporte de tiempo y/o recursos) es directamente proporcional al valor logrado.